lunes, 30 de abril de 2012

¿Qué tiene de malo jugar en el barro?

Hoy he tenido una regresión: me he visto a mi misma con 4 años jugando con otros niños en casa de unos primos lejanos a llenar una botella con barro y simular que era un refresco. Recordé el olor, el tacto en mis manos, la sensación de felicidad que invadía mi cuerpo y hasta el sabor... sí, ¡comí barro porque estaba jugando a que era una bebida! y un potaje, y una pella de gofio, y cualquier cosa que se nos venía a la mente. Estaba manchada: la camisa, los zapatos, el pantalón, las manos, el pelo... y estaba más que contenta, tanto que aún hoy tengo ese recuerdo vivo en la cabeza.

Al mirar a Juan, me he visto a mi. Me miró con su cara llena de barro, con restos en el pantalón y en los zapatos, con las mangas mojadas y las uñas "enguarradas"... ¡y con una sonrisa de oreja a oreja diciendo: mamá, las piedras fuertes en el agua, fiiiun! (o lo que es lo mismo: mamá estuve tirando piedras al agua muy fuerte y sonaban en el aire).




Hoy hemos tenido un día en el campo de los que me gustan: correr por las piedras, recogerlas del camino, recolectar tesoros de la naturaleza, escuchar los pájaros y ver a las hormigas buscar comida, jugar con el agua y la tierra e incrustar los deditos de los pies y de las manos, darle pan a las palomas, respirar aire limpio y reír a carcajadas. ¡¿Qué más se puede pedir?!

A lo lejos, veía unos niños de entre 5 y 8 años recoger piedras y tirarlas a la presa, buscar animales, saltar entre las rocas, hacer de exploradores... ¡mil maneras de jugar sin necesitar nada más que lo que la propia naturaleza nos ofrece y pone a nuestro alcance!. No les hizo falta sofisticados juegos, planificación previa ni mucho menos un adulto que los guiara; simplemente dar rienda suelta a su imaginación. Y, como era de esperar, también demostraban estar felices y contentos.

Un día en el campo suele ser un ¡gran día!. En mi última entrada hablaba de los sentidos y cómo acompañar al bebé o niño en su día a día para estimularlos... una excursión en la naturaleza es de las mejores oportunidades.

Pablo descalzo pisaba la tierra húmeda, mientras sonreía y levantaba la vista como diciendo: ¡yuos mami qué es esto!. También se sentó, agarró un puñadito de la misma tierra y la deslizó entre sus dedos, una y otra vez. Miraba en la orilla cómo su yeyo y su hermano lanzaban piedras al agua, cómo salpicaban y escuchaba el sonido al chocar con el agua. Y sus ojos rasgados se abrían todo lo que podían asombrados ante tal maravilla. Y la brisa le daba en su carita, en su piel, y sacaba su lengüita para que también allí llegara el frescor. Y tras tanta actividad... ¡una buena siesta en el pecho de su papi!. Descansando también entre el murmullo de la brisa y las hojas de los árboles. Procesando toda esa información en su pequeña cabecita.

¡Parece todo tan bucólico! pero... ¡realmente sucedió así!. Disfrutando, experimentando, siendo libres de espíritu, mente y acción, descubriendo las leyes de la física en una actividad cotidiana., las matemáticas en el número de piedras que su tío le cargaba (y el lenguaje, y el medio...) Jugando y creciendo feliz.

Es cierto que la gente nos mira sorprendidos por varios motivos: aparecemos con dos bebés sin carritos, en este caso con las mochilas ergonómicas (en lugar de los fulares) para transportarlos, dejamos que toqueteen todo lo que se encuentran a su alcance (evidentemente aquello que pueda tener un peligro real no, como puede ser un fuego encendido o similar), si quieren dormir o descansar pues pegaditos a sus papis o en una mantita en el suelo cerca de la tierra y las piedrecitas... Además soy consciente de los prejuicios que la actividad de mis hijos conlleva. Recuerdo una persona muy cercana hacer el siguiente comentario una vez: "Estuvimos de asadero y había unos niños pequeños jugando en la tierra y el agua todo el rato, sucios, y la madre decía que así es como se divertían y como mejor se inmunizaban... ¡ay qué ver! yo no sé en qué están pensando esos padres..." Jeje, imagino que hoy en día opinará eso mismo de mi; esa persona y todas las que me miran asombrada mientras revuelvo la tierra con mis hijos.

¡Pero qué felicidad! quizás es que yo sigo siendo una niña... y todos los que estábamos hoy en este día con mis enanillos también. Mi prioridad es que mis hijos sean felices, y con ello que crezcan sanos mental y físicamente, que sepan resolverse en la vida, que amen y se sientan amados, que estén orgullosos de quienes son, que sean ellos mismos y se respeten. Entonces ¿qué tiene de malo jugar con el barro?... que te ensucias... ¡pues se limpia!.

Mientras los miraba jugar pensaba en más cosas qué hacer en un día de campo cuando ya sean un poco más mayores:

  • Buscar conejos y sus madrigueras
  • Recoger plumas de las aves
  • Buscar piedras con formas y colores extraños
  • Buscar insectos
  • Buscar frutos o semillas caídas
  • Seguir un sendero y pasear
  • Sacar fotografías 
  • Hacer dibujos en la tierra
... y todo lo que ellos mismos me puedan proponer. Pero ahora siguen siendo muy pequeños y los que les gusta es explorar, observar, experimentar y jugar. Jugar y ensuciarse en el barro.






8 comentarios:

  1. Estas despertando en mi la niña que estaba dormida. Que sencillo y bonito es. Me voy a manchar de barro junto a Tiago!!

    ResponderEliminar
  2. ¡Qué suerte tiene Tiago al tenerte de mami! Y es él quien realmente despierta esa niña... porque quiere jugar con ella :-) ¡Ahora toca "enguarrarse"!

    ResponderEliminar
  3. Desde ayer estaba pensando en que haria hoy con Giovanni y al leer tu articulo me has dado la mañana perfecta. Nos fuimos para el jardin y cogimos un saltamonte, jugamos con la tierra y el agua aprovechando que mi madre estaba regando. Saque fotos y nos reimos mientras mi madre nos mojaba con la manguera. Mil besitos para los cuatro

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí que has tenido la mañana perfecta :-) un beso enorme guapa y gracias por comentar :-)

      Eliminar
  4. La Presa de las niñas junto con la presa de Chira, es uno de los lugares de mi infancia, la de veces que fuimos de acampada. Me encantaba, pasar fines de semana allí, hasta nos bañábamos en la presa... al leer esta entrada lo primero que se me vino a mi mente era el entrar en el agua y sentir el barro entre los dedos de los pies........ qué sensación más agradable, de bienestar, diversión...
    Qué más da si l@s niñ@a se manchan, ya sea de barro, pintura, harina,... qué más da????? y lo rico que es una buena ducha después, y la cara que tienen cuando están con "las manos en la masa"........ yo me quedo una cara de felicidad al verlos así. A mi muchas veces me dicen: "ay, mira... qué se va mojar, que se va a manchar..." "Ay, mira, toooo´ moja´o" y yo pienso: ¿Y...? Con lo a gustito que están...
    La verdad que muchas madres necesitan leer experiencias y vivencias como éstas. ¡Gracias, Sabina!

    Sabina, enhorabuena por este blog. Me encantas como escribes y tu manera de expresar las cosas, tan sencillo, tan natural... Me encantan tus niños, tienen mucha suerte de tener una mamá así.

    Muacsssss!!!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Yanira! Esas palabras son poderosas viniendo de una mamá como tú, de la que aprendo constantemente... tengo suerte de tenerte cerquita.

      Supe que eras tú sin dudarlo, tu manera de expressrte es muy particular :-) te quiero mucho amiga!

      Eliminar
  5. Me ha encantado el blog, lo que cuentas y cómo lo expresas, con que frescura, con qué naturalidad, desde hoy tienes una seguidora más.
    Un abrazo grande mío y de mis dos hijos, ya nos pasaremos por Café Delices a conocerte en persona. Lola

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No puedo decir más que ¡GRACIAS!.. Intento dar lo mejor de mi y seguir aprendiendo de ellos. Espero vernos pronto.

      Eliminar