Hace un año estuviste y te fuiste.
Mi cuerpo supo que estabas, y desde fuera supe que estabas. Mi pensamiento y mi corazón te dieron el hueco que te correspondía y alimentaron tu presencia con palabras y pensamientos a tu ser.
Te hablaba en muchos momentos, incluso cuando sabía que te ibas. Me sentía conectada de un modo especial a ti; y creo que en el fondo sabía que te marcharías antes de poder abrazarte, antes de poder verte, incluso antes de poder escucharte.
Es curioso el miedo que tuve desde el primer momento, miedo a no tenerte, miedo a perderte... Y quizás el miedo me jugó una mala pasada o la mala pasada estaba preparada para poder superar el miedo. Da igual. Solo se que hace un año, y un poco más, eres una más entre nosotros, y recordamos tu presencia, como dice la canción.
Me quedo con el regalo tan grande que nos hiciste, aunque fuera en un instante... Me quedo con este amargo recuerdo de tu despedida, que tanto me empoderó porque te escuché y me escuché y permití a la naturaleza actuar.
Me quedo con el hueco vacío de mirarme al espejo y saber que en aquel vientre que aún continuaba asomando ya no estaba tu vida... Mi vida.
Y me nace un te quiero, porque te quiero, porque a pesar de no estar y no ser, fuiste un ser y estás en mi... En mis células tu recuerdo, en mi emoción la ilusión de saberte en mi.
Y hoy escribo estas palabras porque quiero compartir, porque quiero decir que estuviste y que fuiste, y sobre todo porque quiero recordarte.
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