domingo, 14 de septiembre de 2014

Quiero jugar con mis hijos

Hace unas semanas escuché decir a una linda persona que se dedica a compartir su tiempo y vida con niños, a acompañarlos y respetarlos, que jugar era cosa de niños y que a los adultos ya no nos toca, que estamos en otro momento y a otra cosa.

Al instante pensé: "¡Vaya! se ha cargado mi blog y un tema completo de la formación de acompañantes sin pestañear..."

Su argumento es que si jugamos con los peques de manera activa, realmente estamos buscando sanar a nuestr@ niñ@ interior. Bueno, su argumento no es tan diferente del mío, ya que para conectar desde el juego con los peques propongo que conectemos con el niño o la niña que fuimos, le permitamos salir a jugar y sanar sus propias heridas si es que las tiene. En mi caso es un planteamiento en positivo, buscamos conectar y disfrutar ambos; en el caso que cuento se ve negativo mostrar ese niño o esa niña, porque no podemos perder nuestro rol de padres y madres. Y en ese punto es realmente donde encontré la diferencia...

Para mi ser madre o padre es mostrarte tal cual eres, con tus heridas y cicatrices, con las batallas agradables y con aquellas que mejor no hubieran existido. Esa o ese eres realmente tú. Y si soy o fui una niña herida, ¿por qué no contárselo a mis hij@s? o ¿por qué no permitirle a mi niña salir y juguetear con sus nuevos compañeros? Esa niña forma parte de mi, no es ajena a mi rol como madre o acompañante, ni lo será, porque no podemos separar las emociones de nuestro cuerpo, ni nuestro pasado de nuestro presente, porque las cosas no son lineales y mucho menos lo son todas las cosas que entran en juego, nunca mejor dicho, cuando uno ejerce su rol de madre o padre. Acaso ¿no sale la niña o el niño herido también en otras circunstancias? ¿En otros momentos en los que quizás nos cueste más controlar nuestra necesidad y respetar la de nuestr@s hij@s?.

Yo quiero jugar con mis hijos, quiero sacar la niña que habita en mi porque la acepto, y la quiero, quiero quererla para aceptarla y con ello aceptar la mujer que soy ahora y aceptar a la madre que soy y que crece de la mano de sus peques. De ese modo podré ver algo más de luz que me despierte y me guíe en este camino.

Quiero jugar con mis hijos si me apetece y si ellos lo necesitan, quiero mostrarle a ellos y a mi niña que para querer a los demás no basta sólo con tener la intención, sino que es necesario quererse a si mismo en primer lugar, porque no podemos dar lo que no tenemos... si en mi habita la incomprensión, la amargura, la soledad... eso será lo que ofreceré. Si en mi corazón hay amor y aceptación, amaré y aceptaré.

Jugar es terapéutico, jugar libremente, sin más pretensiones... sí, es terapéutico... y la misma persona de la que hablaba al comienzo hizo la afirmación... entonces, si tiene ese maravilloso poder, ¿por qué no utilizarlo conmigo misma? ¿por qué no compartir mi crecimiento con los que confían el suyo en mí? Ya se que la respuesta, el miedo, es que podamos anteponer nuestras necesidades a la de los niños, imponer nuestros criterios y olvidarnos de que ahora son ellos los que deben crecer sanos y felices, para que de adultos no tengan escondidos en el armario al niño herido. Pero en mi caso no es para que de adultos no jueguen y no conecten con sus hijos o hijas... Quizás para mi es más sencillo. 

Juego y participio, me involucro, y les digo que si no están de acuerdo con algo que digo o hago que me lo hagan saber. Pero es que además ya no necesitan que se los diga, porque ellos son libres de expresar lo que sienten y piensan en cada momento, así que en el juego no será menos. 

En casa somos libres de ser nosotros mismos, nos mostramos tal cual sin aparentar, dejamos sentirnos y que nos sientan... pero sobre todo jugamos, y mucho... porque jugar no es sólo cosa de niños, o sí, porque en casa seguimos todos siendo niños



sábado, 6 de septiembre de 2014

La emoción, ¿una asignatura pendiente?

Cuando descubrí que a partir de este curso académico los colegios que así lo desearan podrían impartir la asignatura "Educación Emocional y para la Creatividad" me asaltaron muchas preguntas, emociones encontradas y sobre todo me quedé expectante ante la evolución de la propuesta. 

Mi modo de entender la escuela ya parte de una visión en la que no contempla asignaturas sino espacios de crecimiento y aprendizaje, y a las emociones y su gestión como algo intrínseco al desarrollo humano que con práctica y modelos sanos, emocionalmente hablando, el individuo autorregula e integra en su propio ser. 

Por otra parte, como ya saben quienes me leen y siguen en los diferentes proyectos en los que estoy,  para mi lo fundamental es que quien se implica en ese proceso de acompañar las emociones de los demás tome conciencia de las suyas propias y desarrolle herramientas para empatizar con el otro sin dejarse llevar por sus creencias y emociones. Y todo eso me lleva a plantear... ¿es la emoción una asignatura? ¿cómo se hace puede hacer eso en la escuela? ¿cómo se abordarán las emociones en la aula?.
Imagen de: http://elrinconcito.esy.es
Ayer pude asistir a la presentación del curriculum (¡gracias!) ante los maestros que durante este año se encargarán de llevar a la práctica todo lo que ese documento tan bien definido plantea. Y en ese foro pude resolver muchas de las dudas que revoloteaban por mi cabeza. 

Las respuestas a mis preguntas me parecen que están en el camino del cambio, de tener en cuenta a cada individuo como el ser que es y, como dijeron muchas de las personas que estaban en aquella sala, "la posibilidad de reconocer y poner nombre a algo que se lleva haciendo años en la escuela y que no tenía reconocimiento" o como dijo una maestra "¡por fin tengo permiso para hacer lo que hacía de manera clandestina!".  

La posibilidad de hablar de las emociones de manera natural, sea cual sea la clase en la que se encuentren los niños y las niñas, es maravilloso

Que los adultos que están en ese lugar en el que pasan tantas horas al día sean referentes en lo que les sucede en lo más profundo de su alma, la seguridad para los niños y niñas de que sientan lo que sientan no está ni bien ni mal, sino que es algo natural, una respuesta fisiológica que se produce en mi cuerpo y que aprenderé a gestionar de manera que no me haga daño a mi y a los demás, sin juicios, sin presión, y a mi ritmo, es conmovedor. 

Saber que durante las horas dedicadas a esa área se ofrecerán alternativas para que cada niño y cada niño desarrollen su creatividad, entendida como la capacidad de encontrar varias soluciones a una misma situación, es alentador. 

Descubrir a un grupo de personas que creen en esto y están dispuestos a llevarlo a sus aulas, a contagiar a los demás, a ser agentes de cambio... es esperanzador, y a la vez se convierte en una gran responsabilidad y una decisión que puede marcar un antes y un después en la escuela. Aquello que se pronunció de: "Abre la puerta de tu clase, comparte en el office y que los demás nos vean". Con ello me reafirmo en lo que siempre he creído: la diferencia la marcamos las personas, de manera individual primero, y en su conjunto cuando conseguimos hacer un grupo con un mismo propósito, que trabaje para ello y que integre en si mismo lo que quiere aportar a los demás, que se crea y sienta lo que comunica. 

En aquella sala, escuché frases reveladoras: "Me encanta el planteamiento, pero necesito sentirlo primero yo para poder acercarlo a los niños. Es importante despertar primero en el profesorado esa educación emocional". Una que caló en mi de una maestra joven y cargada de ilusión "Animo a mis compañeros porque se abre una puerta para poder conocernos e investigar en nuestras emociones... encontrar una coherencia personal entre nosotros y lo que enseñamos a los niños..."

Claro que, si tienen las ganas de hacerlo, de ponerlo en marcha, de sentir en su propia piel y permitir al otro hacer, al niño y a la niña sentir, descubrir y experimentar emociones, y ¿aparecen los bloqueos? ¿los miedos? ¿las creencias que me impiden avanzar?... ¿quién acompañará a l@s maestra@s? ¿no será que emocionalmente estamos aprendiendo constantemente?, se convertirá entonces para el/la maestr@ la gestión de la emoción en ¿una asignatura pendiente?.

Mucho ánimo, fuerza y energía para todas esas personas que creen y sienten el cambio y están dispuestas a aportar su granito de arena. Espero que lo que comienzan este año sea un antes y un después en su vida laboral, pero sobre todo personal