Soy la mayor de tres hermanos, así que en mi infancia escuché en muchas ocasiones eso de
"¿se tienen celos?" "A lo mejor tiene pelusilla"... Y otras tantas cosas que hacían referencia a la relación con mis hermanos y el amor que nuestros padres nos ofrecían.
Quise ser madre de varios niños, crear una familia en la que hubiera hermanos con los que compartir experiencias; yo aún recuerdo con mucho amor las horas junto a los míos,y ciertamente me parece algo mágico el vínculo que tenemos. El único dolor o espinita que quedaba eran las comparaciones, los "tu hermano es esto y tú lo otro", no sólo de familiares sino también de profesoras, ya que acudíamos al mismo colegio, y eso que "a priori" yo era "la mejor" parada, la que estudiaba, la que sacaba notas, la obediente... Y con el tiempo hizo resentir mi relación con ellos en algunos momentos.
Al ser madre, en mi segundo embarazo,
quise romper con esos patrones culturales de:
"eres el mayor" "tú eres más pequeño" "los hermanos se tienen que querer" y permitir que el vínculo entre ellos se formara por sus propias vivencias y emociones, tal y como lo viví yo pero sin la presión social, sin la obligación.